El reciente anuncio del presidente encargado es de vital importancia, quizá uno de los de mayor envergadura que haya comunicado. Remite a un ejercicio de poder que traspasa el área de los deseos, en ocasiones difíciles de cumplir, para tomar el rumbo de operaciones capaces de vulnerar el poder del usurpador en una de sus ramificaciones más duras y evidentes: la presencia de fuerzas irregulares que lo apoyan.
En efecto, ha señalado el presidente Guaidó su decisión de colaborar en la persecución del narcotráfico y de las fuerzas terroristas establecidas en el país. ¿Retórica?, ¿frases huecas para llenar un discurso? Todo lo contrario, debido a que permitirá, mediante la utilización de satélites de última generación, la localización de focos guerrilleros y bandas delictivas que operan en el territorio venezolano con la anuencia de régimen usurpador. Se ha metido en una cruzada contra la guerrilla colombiana, contra organizaciones de terrorismo islámico y contra delincuentes de gran prontuario, elementos de acometidas sangrientas contra los cuales no se atrevería si no tuviera apoyos concretos para hacerla.
¿Cuáles son esos apoyos? El presidente Guaidó se limitó a asegurar que, para los efectos de la operación, autorizaba la actuación del “mundo civilizado”. Bien traducidas, sus palabras aseguran la participación de tecnologías y experiencias de los gobiernos de Estados Unidos y Colombia, en primera instancia. Ha dado un paso trascendental, por lo tanto, que lo mete en la candela del poder real del cual nunca ha estado alejado, pero con el cual ahora se vincula estrechamente al coligarse con factores temibles del hemisferio que no vacilan en el cumplimiento de sus cometidos.
Unos cometidos de gran envergadura, si juzgamos por las denuncias que a la sazón hizo el diputado Fernando Sucre. Aseguró el diputado que la guerrilla colombiana, los combatientes de Hezbolá, los narcotraficantes y los depredadores del medio ambiente operan en 12 estados del país, con respaldo absoluto de la dictadura. No solo tienen campamentos establecidos, armamento pesado y dinero en efectivo, sino también caminos privilegiados, documentación falsificada y pistas de aterrizaje custodiadas por la FANB.
Hacia ellos apuntará la señal de los satélites autorizados por el presidente Guaidó. No es un tropiezo menor el que va a propinar al bajo mundo protegido por el usurpador, sino todo lo contrario. No es una alianza inocua la que anuncia, sino la reafirmación de un itinerario encabezado por elementos esenciales del ámbito internacional. Así se confirma, ahora sin posibilidad de rebatimiento, el crecimiento de la influencia cada vez más concreta y enfática de quien nos representa desde el sillón central de la AN.
Editorial de El Nacional
