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Fuerte Tiuna fortificado

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Fuerte Tiuna fortificado


 Las órdenes perentorias del ministro de la Defensa para la salvaguarda del Fuerte Tiuna en los días navideños descubren una preocupación que no debe pasar inadvertida, debido a cómo el usurpador se ha ufanado de la fidelidad de unas fuerzas armadas a las cuales considera como su soporte fundamental. Las disposiciones sobre el control interno del amurallado lugar mientras se celebra el nacimiento del Niño Dios permiten pensar en la preocupación que produce en las altas esferas del régimen la posibilidad de que la tal fidelidad se esté resquebrajando.

 

 

El radiograma del general Padrino a sus subalternos del lugar pretende que no se mueva ni siquiera una paja sin un puntilloso seguimiento: cuidado extremo de los arsenales y de todo lo que huela a pólvora, hermetismo en lo relativo a la entrada y salida de uniformados y de paisanos, tránsito cerrado cuando cae la noche, bajo riesgo de arresto inmediato, etcétera. Importantes novedades debe tener en su poder el alto oficial sobre movimientos y sobre intenciones que le quitan el sueño, para ponerse tan puntilloso en la persecución de individuos peligrosos y preocupantes que habitan en la preciada casa, que son parte habitual de un lugar que es como el resumen de la presencia de las fuerzas armadas en el país.

 

 

También llaman la atención las referencias sobre posibles atentados en lugares públicos, como en un par de centros comerciales, que deben evitarse partiendo de los controles dispuestos para el célebre cuartel. Debemos suponer que el ministro toma sus decisiones partiendo de novedades de inteligencia que conviene tener en cuenta desde la perspectiva de quienes observamos la situación desde fuera y desde lejos, no en balde reflejan la existencia de fisuras debido a las cuales se llega al extremismo de las medidas. Si todo está realmente bajo control en el seno del acuartelado domicilio, y en otro de importancia, sobran las exageradas cauteles del fiel y diligente Vladimir.

 

 

Todo lo militar interesa a la opinión pública, debido a la trascendencia de sus mandos y de sus subalternos como soportes de la usurpación y a los llamados efectuados por el presidente Guaidó para que apoyen la legalidad democrática. De allí el texto que ahora están leyendo, interesado por la conducta de una institución imprescindible para despejar el panorama oscuro en el cual se encuentra sumida la sociedad venezolana. Conviene insistir en este aspecto, para que no se nos relacione con factores políticos o con grupúsculos de oposición a quienes interesan las aventuras irresponsables, las escaramuzas sin ton ni son, la sangre derramada sin sentido. Lo que aquí se ha afirmado  ahora proviene de las disposiciones del ministro de la Defensa para los días navideños de Fuerte Tiuna, suficientes para animar el pensamiento al menos perspicaz de quienes se enteran de su contenido. Pero quizá lo mejor sea, de momento, que esos individuos a quienes alude el general Padrino se coman las hallacas en paz.

 

 

Editorial de El Nacional

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