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Familias separadas

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Familias separadas


 
 
La pandemia dio un respiro, o al menos eso pensaron los expertos y las autoridades en el mundo entero. Ese breve lapso entre la primera y la segunda ola sirvió para que se reanudara la movilización de personas. Muchos volvieron a su país de origen y otros pudieron ir a visitar a sus parientes que tenían meses sin ver.

 

 

Esa es la dinámica que están viviendo aún muchos países civilizados que comprenden que no es posible mantener a las familias separadas porque eso afecta la salud mental del ser humano. Es demasiado lo que vive actualmente la humanidad para, además, privarla de sus afectos.

 

 

Es lógico que para hacer esto posible los gobiernos hayan tomado todas las previsiones del caso. Se adecuaron los aeropuertos, exigieron a las aerolíneas protocolos de bioseguridad y no dejaron nada al azar. En eso invirtieron su dinero y en las pruebas que se les deben hacer a los pasajeros y al personal.

 

 

En Venezuela, sin embargo, el régimen no tiene la capacidad para hacer lo mismo. Aunque hace varios meses se adelantaron en mostrar la adecuación de las instalaciones en Maiquetía y hasta los empleados compartieron en redes su versión de “Jerusalema” más protegidos que nuestros médicos, creemos que es una irresponsabilidad decir que tienen el más mínimo detalle cubierto cuando es de todos conocidos las veces que falla en el aeropuerto la electricidad, el aire acondicionado o el agua, tan necesaria para lavarse las manos.

 

 

Si los servicios son inestables, no hablemos de las decisiones del régimen concernientes a las rutas autorizadas. Esa medida espasmódica de abrir los vuelos y cerrarlos una semana después generó la mayor frustración posible con la que muchos tendrán que lidiar.

 

 

Ahora que Venezuela ha perdido a tantos que se han ido a buscar futuro, hay mucha gente que ansía ver otra vez a sus familiares. Algunos tenían previsto desde comienzos de año venir a pasar la Navidad con sus seres queridos y otros corrieron a comprarles el pasaje a los que quedaron aquí cuando informaron que las líneas aéreas reanudaban sus operaciones. La alegría duró poco.

 

 

Aunque no exageremos, dejaron abiertos tres destinos, sí, los únicos que les interesan: México, Turquía y Bolivia. Sin embargo, la frecuencia de vuelos no es suficiente y la posibilidad de conexiones tampoco.

 

 

Pero como a ellos eso no les hace falta, pues pueden salir cada vez que les dé la gana y hacia cualquier destino, como dicen popularmente, ¡que siga el entierro!

 

 

En resumen, muchas familias se mantendrán separadas, otro regalito que le hace el régimen a los venezolanos en Navidad.

 

Editorial de El Nacional

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