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Españoles huyen de Venezuela

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Españoles huyen de Venezuela

 

 

 

No podía ser de otra manera, y si lo fuera nadie estaría en capacidad de explicarlo debidamente. Ayer el embajador de España, en una entrevista para Globovisión, confirmó lo que  era un secreto a voces: cerca de 25.000 españoles han alistado sus maletas, vendido sus bienes, cerrado sus negocios y partido fuera de Venezuela a la búsqueda de mayor tranquilidad y protección para sus vidas.

 

 

 

Lo más grave es que el régimen autoritario de Nicolás Maduro ha resucitado los viejos fantasmas de la cruel y sanguinaria guerra civil que dividió a España para espanto del mundo, pero el peligro vuelve a presentarse con esa alianza contra natura del Partido Socialista Español (PSOE) con los izquierdosos de Podemos, en cuyo nacimiento y fortalecimiento el gobierno de Hugo Chávez colaboró subvencionando a algunos de sus líderes mediante contratos de asesoramiento en planes económicos y otras menudencias bien recompensadas.

 

 

 

Uno de ellos, Monedero por más nombre (vaya apellido tan bien correspondido con su conducta mercantilista), vivió y vició hasta más no poder la ya oscura y desorientada política del “chavismo temprano”. Ahora, por una flaqueza o ambición desmedida, el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, ha hecho uña y carne con “el coletas”, como mientan en las redes sociales al cabecilla de Podemos, Pablo Iglesias.

 

 

 

Lamentablemente “la esperanza blanca” del PSOE, personificada por Pedro Sánchez, no ha sido tal y menos por la llegada al poder al estilo Las Vegas, mediante una jugada impúdica e innecesaria, más propia del apresuramiento y de la falta de experiencia que de una visión de futuro que comprometió imprudentemente su mandato. Y decimos que comprometió su destino por atar la aprobación de los presupuestos a una díscola alianza que lo traicionará en la primera oportunidad.

 

 

 

No somos quién para juzgar al gobierno de Sánchez más allá de la genuina preocupación por los más de 25.000 españoles que dejan a Venezuela en una inocultable orfandad de gente buena, sana, honesta y trabajadora como nadie. Ese arquetipo del español mediterráneo aficionado a la siesta y acostumbrado a ser despreocupado por los horarios no lo conocimos en Venezuela. Al igual que los italianos y portugueses que llegaron a nuestras tierras cuando nadie les hacía espacio en América Latina, los españoles nos dieron una lección que no podemos negar: ahorro y trabajo, estudio y constancia.

 

 

 

Cuando el embajador de España en Venezuela, el excelentísimo señor Jesús Silva Fernández, nos revela que aún permanecen en nuestro país casi 200.000 españoles sentimos una gran vergüenza por haberles truncado sus sueños, por asediarlos con las policías y las milicias maduristas, por presentarlos como especuladores en la venta de alimentos, por señalarlos como delincuentes que nunca han sido ni lo serán. Ese tratamiento dictatorial contra ellos nos llena de dolor y de angustia por quienes son despojados de su futuro y su tranquilidad ganada a fuerza de trabajo y compromiso con los venezolanos.

 

 

 

Haría bien el señor presidente socialista Pedro Sánchez en dejarse de tantas zalamerías con Cuba para proteger la cadena de hoteles Meliá y ocuparse de quienes desde Venezuela impulsamos el proceso de la vigencia impostergable de la democracia.

 

 

 

Editorial de El Nacional

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