Errores de quienes diseñan sus propias dietas
enero 12, 2018 5:51 pm

Muchas personas arman un esquema de alimentación de acuerdo a información adquirida, pero sin consultar a un especialista. El organismo necesita energía en forma constante para funcionar. El combustible se obtiene de los nutrientes que contienen los alimentos que se ingieren, que son hidratos de carbono, proteínas y grasas.

 

 

Cada uno tiene una función particular y se encuentra en algunos alimentos, lo cual hace imprescindible consumirlos en una variedad y proporción adecuadas.

 

 

Los hidratos están presentes en el pan, los fideos, arroz, galletitas, cereales, legumbres y algunas frutas. La principal función es la de proveer glucosa, que es una fuente fundamental de energía para el cerebro, el corazón y los glóbulos rojos.

 

 

Las proteínas, por su parte, se encuentran en las carnes de vaca, de cerdo, de pescado y también de pollo, al igual que en huevos, productos lácteos, frutos secos y algunos granos. Cumplen una función estructural, que es la formación de algunas células, como las de defensa, de masa muscular, entre otras.

 

 

Por último, las grasas que son más saludables para el organismo son las de origen vegetal, que se encuentran en aceites de oliva, maíz, girasol, palta, algunos frutos secos y semillas. Las grasas de origen animal, como la manteca, son más perjudiciales para la salud y deben evitarse preferentemente. Tienen diversas funciones, entre las que se encuentran actuar como aislante térmico, como reservorio de energía, al tiempo que contribuyen al correcto funcionamiento del sistema nervioso, de la formación de hormonas sexuales y de ciertas vitaminas.

 

 

Es importante conocer las proporciones en las que cada uno de estos nutrientes debe ser consumido, de modo tal que las personas puedan seguir una dieta saludable para el organismo. «Es recomendable consumir 55% de hidratos de carbono, 15% de proteínas y 30% de grasas», explica la Lic. en Nutrición, Mariela Cardozo.

 

 

La especialista destaca cuáles son los errores más frecuentes que se observan en personas que diseñan planes de alimentación sin asesoramiento profesional. El abuso de determinados alimentos altos en proteínas o consumir dietas bajas en hidratos de carbono -las conocidas «sin harinas»-.

 

 

Del mismo modo, aquellas personas que intentan convertirse en vegetarianas o veganas excluyen todo tipo de carnes, sin tener en cuenta que las proteínas que no reemplazan las proteínas que dejan de consumir. La mayoría de las personas, en estos casos, suele incrementar el consumo de hidratos de carbono, lo cual muchas veces repercute en un aumento de peso. Asimismo, «quienes eligen el veganismo y eliminan de su dieta todos los productos de origen animal suelen manifestar deficiencias, como de vitamina B12, por ejemplo», explica la especialista. Por eso, en estos casos es fundamental contar con asesoramiento nutricional para suplementar las vitaminas o nutrientes contenidos en los productos de origen animal y que los veganos o vegetarianos puedan dejar de consumirlos y prevenir que sufran alguna enfermedad por carencia.

 

 

Por último, la Lic. Cardozo menciona otro error muy común en las personas que buscan bajar de peso o consumir menor cantidad de calorías diarias: saltear las comidas. Existe una creencia de que así se reducirán las calorías consumidas diariamente y se logrará bajar de peso más rápidamente. Constituye, de acuerdo a la especialista, «un grave error, ya que lo único que las personas conseguirán de este modo es llegar con hambre a la próxima comida y que les cueste controlarse en la misma».

 

 

Dentro de este grupo, uno de los errores más graves es saltarse el desayuno. ¿Por qué? Porque el organismo se encarga de «reparar estructuras» durante el descanso, al tiempo que prepara a las personas para enfrentar el próximo día. Si al momento de comenzarlo no se le proporciona la energía necesaria para reponer toda la que consumió durante el descanso y para que pueda funcionar correctamente, el organismo pone en marcha mecanismos de adaptación de «ahorro de energía». Así, lo único que se logrará será «someter al organismo a un estrés metabólico innecesario con la consiguiente ingesta aumentada de alimentos en la próxima comida», detalla la Lic. Cardozo.

 

 

 

Fuente: Derf