El tercer fin de semana de octubre dejó en Caracas 45 muertes violentas, entre homicidios, suicidios y accidentes de tránsito.

Una de las víctimas de la violencia fue Jesús Rojas, de 27 años, quien fue asesinado la noche del sábado en el sector El Guanábano de Las Adjuntas, cuando le pidió a un grupo de delincuentes que guardaran sus armas de fuego, porque había niños en el sector.

El hecho ocurrió aproximadamente a las 8 de la noche, cuando la víctima celebraba frente a su casa su cumpleaños y el de una de sus hermanas. Los parientes contaron que los delincuentes pasaron por la zona con las armas en la mano y Rojas les dijo que las escondieran o se fueran hacia otra zona.

«Él tenía a su hija de dos años cargada. Le dieron un tiro en la pierna, soltó la niña y corrió, pero lo persiguieron y le dieron dos tiros en la cabeza y otro en el pecho», relató José Ortega, cuñado de la víctima.

En el lugar donde ocurrieron los hechos había por lo menos cinco niños de la familia.

«Era un muchacho sano que no merecía que lo mataran de esa manera. Si yo hubiese estado despierto me matan a mi también, porque yo no iba a permitir que lo mataran», dijo el cuñado.

Jesús Rojas trabajaba como obrero de mantenimiento en la filial de PDVSA de Los Teques. Lo llevaron herido hasta el hospital Miguel Pérez Carreño, adonde llegó muerto.

Otra de las víctimas de la violencia del fin de semana fue Taylover Rangel, de 18 años, quien fue asesinado la noche del domingo en el callejón Moscú de la Segunda Vuelta de El Atlántico, en San Martín.

A la víctima le dieron un tiro en la pierna cuando salió a probar la moto que había pasado la tarde reparando. Trabajaba como repartidor de gas para una bodega que hay en la avenida Morán.

THABATA MOLINA

 EL UNIVERSAL