Eliminarlo por salud

Borrar el gluten de la dieta es imprescindible en personas con enfermedad celíaca, pues produce una atrofia severa en la mucosa del intestino delgado que dificulta la absorción de nutrientes.

Entre los síntomas más frecuentes de la celiaquía están disminución del apetito, pérdida de peso, fatiga, náuseas, vómitos, diarrea y dolores abdominales.

En estos casos, una dieta sin gluten hace que desaparezcan los síntomas y que la mucosa intestinal vuelva a la normalidad.

Pero una nueva tendencia ha mostrado que individuos que no padecen celiaquía también optan por una alimentación libre de gluten.

“Hay personas que pueden tener algún tipo de intolerancia al gluten, que no entra dentro de la clásica enfermedad celíaca, con síntomas digestivos que podrían mejorar al eliminarlo de su dieta”, explica Miguel Ángel Martínez Olmos, investigador del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBERobn).

De hecho, “las enfermedades relacionadas con la sensibilidad al gluten no están perfectamente caracterizadas, pues hay alteraciones que aún no se conocen bien”, aclara el especialista.

No obstante, el doctor Martínez Olmos recalca que recomendar una dieta sin gluten “de manera general para toda la población es algo que no tiene sentido desde un punto de vista sanitario”.

No todo es intolerancia

Carmen Ribes, presidenta de la Sociedad Española de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica, afirma que a las personas que no son celíacas el gluten no tiene por qué suponerles enfermedad.

La doctora Ribes dice que el sistema digestivo no funciona igual en todos. “Tiene muchos elementos de trabajo, como los jugos que secreta o la motilidad intestinal, que es variable de unos individuos a otros. Todo eso hace que a algunas personas ciertas comidas les resulten pesadas y que aparezca sensación de plenitud, gases, etc. Esto se puede confundir con intolerancia a alimentos”, dice.

De este modo, “hay individuos que cuando consumen menos cereales se encuentran menos pesados y se sienten mejor. Pero no es lo mismo que en el caso de un paciente celíaco, quien debe dejar de consumir gluten de una forma total”, subraya.

“La prescripción de esta dieta, solo porque hay sospecha de intolerancia a esta proteína o por resultado positivo en la prueba de anticuerpos específicos, sin haberse realizado una biopsia intestinal que lo confirme, puede ser un error que lo único que consiga sea retrasar o enmascarar el diagnóstico de una posible enfermedad celíaca”, añade la Federación de Asociaciones de Celíacos de España.

No reducen peso y valen mucho más

Algunas personas eligen una alimentación sin gluten pensando que se desharán de los kilos de más con mayor facilidad. Sin embargo, el doctor Miguel Ángel Martínez Olmos, investigador del CIBERobn, aclara que eliminar el gluten no facilita la pérdida de peso. “Si se toman alimentos teniendo en cuenta su contenido en cuanto a energía y nutrientes, que contengan o no contengan gluten es irrelevante”, asegura. Eso sí, advierte que los alimentos que se fabrican para dietas sin gluten son más caros. Carmen Ribes, presidenta de la Sociedad Española de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica, dice que estas dietas “se promocionan mucho porque mueven millones de dólares al año. La gente recurre a productos dietéticos cuyo costo es entre cuatro y diez veces mayor respecto al que tiene gluten”.

EFE