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El puente de la corrupción

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El puente de la corrupción

 

Entre las noticias que circularon ayer por los cables de las agencias internacionales, había unas cuantas muy graciosas que, como es lógico suponer, tenían que ver con Venezuela y con las payasadas de los funcionarios de este gobierno rojo rojito y ladrón ladroncito. Por ejemplo, dos periodistas brasileños convocaron a los medios de su país para contar con pelos y señales como los habían tratado aquí en este paraíso militar socialista llamado república bolivariana, la misma que una vez formara parte de Mercosur y que sacaron no sólo por la puerta de atrás sino también por la ventana del frente, templándole las orejas.

 

 

 

Después de este show, en vivo y en directo, la imagen de nuestra hambrienta y desasistida Venezuela bolivariana quedó un poco maltrecha ante el mundo y nuestros ex socios del sur que, como era de esperarse, gozaron de lo lindo y todavía se están riendo de la diplomacia de puertas y ventanas inventada por el señor Maduro y la madurita canciller.

 

 

 

Pero volvamos a lo nuestro: dos jóvenes periodistas brasileños se acercan al lago de Maracaibo para comprobar lo que toda la prensa de su país está comentando. Que la otrora pujante empresa, amiga y socia de Lula (el gran santón del populismo latinoamericano), la tan nombrada Odebrecht, había comenzado a construir el segundo puente sobre el lago de Maracaibo, pero de repente algo extraño ocurrió y el famoso puente nunca llegó a convertirse en puente, sino más bien en canal para transportar hacia paraísos fiscales las comisiones pagadas a los comisionistas bolivarianos.

 

 

Maravilla de la ingeniería moderna fue catalogada por los expertos ya que se cobró una rolliza comisión y el puente no se veía por ninguna parte, se volvió invisible de la noche a la mañana. Ni la lupa de Hugo Chávez logró detectar este fenómeno de la imaginación y de la más avanzada magia.

 

 

Tampoco Maduro, que sería mucho pedirle, fue capaz de detectar los planos en el aire del famoso puente. Quizás, como acostumbra decir el conductor de nuestros destinos, lo que pasó es que los materiales de construcción eran “todos importados desde el exterior”. Si se “hubieran importado de Guayana” otro gallo cantaría.

 

 

Pero siguiendo con los dos periodistas brasileños confundidos (imaginamos) con espías del imperio, denunciaron de viva voz “que sufrieron un asedio moral durante su detención por parte de las autoridades de Venezuela en el estado Zulia”.

 

 

¿No resulta extraño que los hayan detenido cuando trataban de documentar un reportaje “sobre una obra inconclusa que estuvo a cargo de la constructora Odebrecht”, como informan correctamente las agencias internacionales? Si como dice el señor Maduro “deben ir a la cárcel los que hayan recibido sobornos de Odebrecht”, entonces ¿cómo queda allí Lula, cabecilla de la banda según (y no nos consta) la prensa brasileña?

 

 

Los periodistas denunciaron, según las agencias de prensa: “Asedio moral, incomunicación, vigilancia policial hasta para ir al baño. Fuimos tratados como criminales cuando, en verdad, estábamos haciendo solo nuestro trabajo”. Pareciera que Odebrecht sigue mandando desde las sombras, la internacional izquierdista de la corrupción sigue viva.

 

Editorial de El Nacional

 

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