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El necesario despertar

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El necesario despertar

La dictadura ha hecho todo lo que ha tenido en sus manos para el control de la sociedad. A través de múltiples presiones se ha dado a la tarea de aplastar los movimientos que la adversan, de impedir cualquier elemento que escape a su macabro juego de meter a los venezolanos en una sola casilla, en una oscura y hermética casilla.

 

 

Parecía exitoso el proyecto, dada la pasividad de los miembros de la colectividad ante sus arremetidas, pero hoy podemos asegurar que ha fracasado. Los recientes movimientos de la sociedad civil, iniciados en dos memorables reuniones ocurridas en el Aula Magna de la UCV y en el Teatro de Chacao, constatan la existencia de una fuerza capaz de sobreponerse a la hegemonía pretendida por el oficialismo.

 

 

Lo que pasó en esos lugares es digno de especial atención, debido a que demostró la existencia de un poder colectivo que ha sabido esperar con paciencia el momento de volver con contundencia a la escena. Se trata del retorno de la sociedad civil a las arenas de la lucha, nada menos.

 

 

¿Con qué se come eso?, preguntó alguien cuando se habló de la existencia de una palanca gregaria que no dependía de los partidos establecidos, ni de los intereses del régimen, sino de la protección de unos derechos ganados a través del tiempo hasta el punto de estar dispuesta a mover el agua para su molino.

 

 

Hoy sabemos lo fundamental de un menú que se come con presencia y  actividad, con mensajes nuevos y frescos, con el ánimo de salir de los rincones para ocupar de una buena vez el centro de las tablas sin que unas cabezas inaccesibles y lejanas indiquen el rumbo como si estuvieran al frente de un rebaño.

 

 

Las referidas reuniones fueron convocadas por instituciones establecidas desde la segunda mitad del siglo pasado, por agrupaciones grandes y pequeñas que llevan más de cincuenta años ocupando espacios que parecían desaparecidos, por voceros de las fuerzas de origen específico que se fueron abriendo lugar con el objeto de encontrar asiento en un proyecto de cuño republicano.

 

 

Una crisis de proporciones gigantescas que agobia a las mayorías de la nación y las pretensiones continuistas del dictador, apoyadas por un organismo electoral digno de repudio y acompañadas por banderías supuestamente opositoras, han impulsado el renacimiento que hoy constatamos desde aquí y que puede conducir a desenlaces positivos para el viaje que busca la recuperación de la democracia.

 

 

Los partidos agrupados en la MUD no fueron los promotores de los encuentros, pero se han agregado con celeridad a su caudal y le han ofrecido apoyo incondicional. Un nuevo liderazgo, formado en el seno de sectores ocupados del cuidado de sus legítimos intereses, salta su barda para hacer propuestas de carácter general, nacidas de la unión de unos propósitos que antes se las arreglaban de manera inconexa.

 

 

La comunidad internacional observa con ojos de alegría la demostración de una potencia que parecía perdida y que no atinaban a encontrar. No podía ser de otra manera: la sociedad civil ha vuelto por sus fueros en una hora crucial de la historia contemporánea. Y la sociedad civil somos todos, en términos aplastantes.

 

Editorial de El Nacional

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