¿Avanza el Frente Amplio?
marzo 16, 2018 5:53 am

 

Después de los eventos de anuncio, celebrados en el Aula Magna de la UCV y en el Teatro de Chacao, el Frente Amplio ha comenzado a moverse en los estados de la República. El movimiento no ha tenido mayor repercusión, pareciera que no pasa del amago, debido a ciertas renuencias que conviene comentar aquí.

 

 

Quizá el resorte de las renuencias se encuentre en el seno de los partidos políticos. Mientras las organizaciones políticas menos representativas de la oposición resolvieron participar en la farsa electoral que se avecina, el resto, formado por las banderías establecidas que gozan de mayor reconocimiento y de mayor respaldo social, anunció su divorcio del torcido evento y se puso a reflexionar sin llegar, en lo inmediato, a propuestas concretas y prácticas.

 

 

 

Ante tal panorama, las instituciones fundamentales de la sociedad civil se pusieron en marcha a través de la creación de una agrupación de luchadores que supera los confines de las instituciones partidistas y cuyo objetivo es provocar una movilización nacional sin precedentes. Extraordinaria iniciativa, pero capaz de provocar recelos.

 

 

 

El Frente Amplio pescó la inacción y quiso romperla a través de movimientos que, en la medida en que descubrían falencias evidentes en la casa de quienes han movido hasta ahora los eventos recientes de la oposición, llenaban de ronchas a sus dirigentes.

 

 

 

El liderazgo habitual se incorporó con su cara larga y con un desgano difícil de ocultar, no en balde les habían birlado la iniciativa y hasta ahora no han ocupado espacios específicos en la vanguardia. Los jefes de los partidos se han incorporado de manera nominal porque no les quedó más remedio y han manifestado opiniones positivas sobre el fenómeno que los ha sorprendido, pero quizá más por obligación que por entusiasmo.

 

 

 

En medio de lo que puede considerarse como una rivalidad pasajera, como una distancia que se debe superar, los activistas del Frente Amplio se han comenzado a mover en las ciudades más importantes. Han hecho un trabajo silencioso, pero no han parado. Han congregado a sus semejantes, que han acudido a la invitación y la han enriquecido con ideas provenientes de las urgencias de sus afiliados y de las peculiaridades que tienen asiento en las localidades de las cuales provienen.

 

 

Están presentes en los medios regionales de opinión y encuentran cada vez mayor número de seguidores, no solo entre los miembros de las instituciones de la sociedad civil sino también entre los ciudadanos que no han hecho vida en gremios y sindicatos.

 

 

 

Han estrenado una modalidad de trabajo que de momento pasa inadvertida, pero que es una promesa firme para el futuro cercano. Pueden desembocar en un movimiento realmente nacional, en una unión sin límites pocas veces vista en Venezuela y capaz de aterrorizar a la dictadura.

 

 

Como los capos del “socialismo del siglo XX” no están acostumbrados a lidiar con un movimiento como el que se avizora, podemos pronosticar que lo pasarán realmente mal. Si el movimiento de la sociedad civil va por el camino aludido, hace falta que los partidos se metan en su nave sin vacilaciones y colaboren para llevarlo a buen puerto.

 

 

Editorial de El Nacional