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El mal inicio de Pedro Castillo en Perú

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El mal inicio de Pedro Castillo en Perú

 

El recién posesionado presidente de Perú, Pedro Castillo, empezó su mandato de manera equivocada. Elegido para representar el olvidado país rural, del cual proviene, tenía la oportunidad de conformar un gabinete moderado que atenuara la imagen que presentó durante la campaña. El nombramiento como primer ministro de Guido Bellido, un radical de izquierda, homófobo, sin experiencia en gestión, que no considera que Cuba sea una dictadura ni que Sendero Luminoso fuera terrorista, causa ya las primeras fisuras graves. Pedro Francke, su futuro ministro de Economía, había logrado llevar un mensaje de moderación a empresarios y diplomáticos, pero decidió declinar dicha opción como rechazo a Bellido. Comenzó Castillo con el pie izquierdo.

 

 

El nuevo presidente debía decidir si se inclinaba por el ala de la izquierda moderada de Verónika Mendoza o Pedro Francke, que morigeraron su discurso en la segunda vuelta, o lo hacía con Vladimir Cerrón, el líder radical de Perú Libre, el partido que ungió a Castillo como su candidato. Tras esta polémica decisión, la balanza se inclinó a favor de Cerrón, médico educado en Cuba a quien se le señala de haber sido ideólogo de Sendero Luminoso, no cree que en Venezuela haya una dictadura y tiene posiciones verticales en contra de la comunidad LGBTI y de los migrantes venezolanos. A pesar de que el nuevo presidente había dicho que Cerrón no tendría ningún lugar en su gobierno y que las decisiones las tomaba él, la presencia de Bellido prende todas las alarmas y genera un mayor ambiente de incertidumbre sobre el futuro político de Pedro Castillo.

 

 

El diario peruano La República, que mantuvo una posición objetiva y seria en la campaña presidencial, publicó ayer un editorial titulado “No, señor presidente”. En el mismo señala que “la elección de Guido Bellido (…) es un golpe bajo para quienes, desde posiciones progresistas, antifujimoristas y del centro político, le dieron el respaldo a Pedro Castillo en la segunda vuelta. Pasaron muchas razones, pero la principal fueron los compromisos de no ser «ni comunistas ni terroristas» y de mantener equilibrio en el manejo de la economía, sin extremismos ni de derecha ni de izquierda (…). No se puede traicionar la confianza de una Elespectador.com: 

 

 

El recién posesionado presidente de Perú, Pedro Castillo, empezó su mandato de manera equivocada. Elegido para representar el olvidado país rural, del cual proviene, tenía la oportunidad de conformar un gabinete moderado que atenuara la imagen que presentó durante la campaña. El nombramiento como primer ministro de Guido Bellido, un radical de izquierda, homófobo, sin experiencia en gestión, que no considera que Cuba sea una dictadura ni que Sendero Luminoso fuera terrorista, causa ya las primeras fisuras graves. Pedro Francke, su futuro ministro de Economía, había logrado llevar un mensaje de moderación a empresarios y diplomáticos, pero decidió declinar dicha opción como rechazo a Bellido. Comenzó Castillo con el pie izquierdo.

 

 

 

El nuevo presidente debía decidir si se inclinaba por el ala de la izquierda moderada de Verónika Mendoza o Pedro Francke, que morigeraron su discurso en la segunda vuelta, o lo hacía con Vladimir Cerrón, el líder radical de Perú Libre, el partido que ungió a Castillo como su candidato. Tras esta polémica decisión, la balanza se inclinó a favor de Cerrón, médico educado en Cuba a quien se le señala de haber sido ideólogo de Sendero Luminoso, no cree que en Venezuela haya una dictadura y tiene posiciones verticales en contra de la comunidad LGBTI y de los migrantes venezolanos. A pesar de que el nuevo presidente había dicho que Cerrón no tendría ningún lugar en su gobierno y que las decisiones las tomaba él, la presencia de Bellido prende todas las alarmas y genera un mayor ambiente de incertidumbre sobre el futuro político de Pedro Castillo.

 

 

El diario peruano La República, que mantuvo una posición objetiva y seria en la campaña presidencial, publicó ayer un editorial titulado “No, señor presidente”. En el mismo señala que “la elección de Guido Bellido (…) es un golpe bajo para quienes, desde posiciones progresistas, antifujimoristas y del centro político, le dieron el respaldo a Pedro Castillo en la segunda vuelta. Pasaron muchas razones, pero la principal fueron los compromisos de no ser «ni comunistas ni terroristas» y de mantener equilibrio en el manejo de la economía, sin extremismos ni de derecha ni de izquierda (…). No se puede traicionar la confianza de una sociedad que mayoritariamente votó por el cambio y a la que le quieren meter por la ventana propuestas de una minúscula cúpula regional trasnochada y delirante”. No podemos estar más de acuerdo.

 

 

Perú, en este momento de grave fragmentación política que vive, necesita personas que unan y generen consensos, no líderes que dividan y promuevan odios. Un mandatario que atienda las graves necesidades de los menos favorecidos, en especial en las zonas de provincia, a las cuales se debe, y que sepa tender puentes con los distintos sectores que lo adversan. Sectores, dicho sea de paso, que tienen mayoría suficiente en el Congreso para hacerle imposible la gobernabilidad, como sucedió con varios de sus antecesores, así la causa principal hubieran sido las acusaciones de corrupción. Este portazo en la cara no solo a los sectores moderados que lo acompañaron con su voto, sino a un empresariado que tenía más que legítimos motivos para estar preocupado, pone en bandeja de plata los argumentos para que la oposición y los medios de comunicación puedan atacar de inmediato. En estas condiciones y con la impericia política que lo caracteriza, la estabilidad de Castillo se ve seriamente comprometida.

 

 

De momento dos de las carteras ministeriales más importantes, Justicia y Economía, quedan acéfalas. Tras el nombramiento de Bellido son muy pocas las posibilidades de que el Congreso vaya a ratificar el nuevo gabinete, de acuerdo con la ley. En caso de que no se pueda, el presidente tiene la opción de nominar a otro candidato a primer ministro. Si de nuevo fuera rechazado, el primer mandatario podría cerrar el Congreso y convocar elecciones legislativas. Complejo panorama el que le espera al país vecino.El nuevo presidente debía decidir si se inclinaba por el ala de la izquierda moderada de Verónika Mendoza o Pedro Francke, que morigeraron su discurso en la segunda vuelta, o lo hacía con Vladimir Cerrón, el líder radical de Perú Libre, el partido que ungió a Castillo como su candidato. Tras esta polémica decisión, la balanza se inclinó a favor de Cerrón, médico educado en Cuba a quien se le señala de haber sido ideólogo de Sendero Luminoso, no cree que en Venezuela haya una dictadura y tiene posiciones verticales en contra de la comunidad LGBTI y de los migrantes venezolanos. A pesar de que el nuevo presidente había dicho que Cerrón no tendría ningún lugar en su gobierno y que las decisiones las tomaba él, la presencia de Bellido prende todas las alarmas y genera un mayor ambiente de incertidumbre sobre el futuro político de Pedro Castillo.

 

 

El diario peruano La República, que mantuvo una posición objetiva y seria en la campaña presidencial, publicó ayer un editorial titulado “No, señor presidente”. En el mismo señala que “la elección de Guido Bellido (…) es un golpe bajo para quienes, desde posiciones progresistas, antifujimoristas y del centro político, le dieron el respaldo a Pedro Castillo en la segunda vuelta. Pasaron muchas razones, pero la principal fueron los compromisos de no ser «ni comunistas ni terroristas» y de mantener equilibrio en el manejo de la economía, sin extremismos ni de derecha ni de izquierda (…). No se puede traicionar la confianza de una sociedad que mayoritariamente votó por el cambio y a la que le quieren meter por la ventana propuestas de una minúscula cúpula regional trasnochada y delirante”. No podemos estar más de acuerdo.

 

 

Perú, en este momento de grave fragmentación política que vive, necesita personas que unan y generen consensos, no líderes que dividan y promuevan odios. Un mandatario que atienda las graves necesidades de los menos favorecidos, en especial en las zonas de provincia, a las cuales se debe, y que sepa tender puentes con los distintos sectores que lo adversan. Sectores, dicho sea de paso, que tienen mayoría suficiente en el Congreso para hacerle imposible la gobernabilidad, como sucedió con varios de sus antecesores, así la causa principal hubieran sido las acusaciones de corrupción. Este portazo en la cara no solo a los sectores moderados que lo acompañaron con su voto, sino a un empresariado que tenía más que legítimos motivos para estar preocupado, pone en bandeja de plata los argumentos para que la oposición y los medios de comunicación puedan atacar de inmediato. En estas condiciones y con la impericia política que lo caracteriza, la estabilidad de Castillo se ve seriamente comprometida.

 

 

De momento dos de las carteras ministeriales más importantes, Justicia y Economía, quedan acéfalas. Tras el nombramiento de Bellido son muy pocas las posibilidades de que el Congreso vaya a ratificar el nuevo gabinete, de acuerdo con la ley. En caso de que no se pueda, el presidente tiene la opción de nominar a otro candidato a primer ministro. Si de nuevo fuera rechazado, el primer mandatario podría cerrar el Congreso y convocar elecciones legislativas. Complejo panorama el que le espera al país vecino. que mayoritariamente votó por el cambio y a la que le quieren meter por la ventana propuestas de una minúscula cúpula regional trasnochada y delirante”. No podemos estar más de acuerdo.

 

 

Perú, en este momento de grave fragmentación política que vive, necesita personas que unan y generen consensos, no líderes que dividan y promuevan odios. Un mandatario que atienda las graves necesidades de los menos favorecidos, en especial en las zonas de provincia, a las cuales se debe, y que sepa tender puentes con los distintos sectores que lo adversan. Sectores, dicho sea de paso, que tienen mayoría suficiente en el Congreso para hacerle imposible la gobernabilidad, como sucedió con varios de sus antecesores, así la causa principal hubieran sido las acusaciones de corrupción. Este portazo en la cara no solo a los sectores moderados que lo acompañaron con su voto, sino a un empresariado que tenía más que legítimos motivos para estar preocupado, pone en bandeja de plata los argumentos para que la oposición y los medios de comunicación puedan atacar de inmediato. En estas condiciones y con la impericia política que lo caracteriza, la estabilidad de Castillo se ve seriamente comprometida.

 

 

De momento dos de las carteras ministeriales más importantes, Justicia y Economía, quedan acéfalas. Tras el nombramiento de Bellido son muy pocas las posibilidades de que el Congreso vaya a ratificar el nuevo gabinete, de acuerdo con la ley. En caso de que no se pueda, el presidente tiene la opción de nominar a otro candidato a primer ministro. Si de nuevo fuera rechazado, el primer mandatario podría cerrar el Congreso y convocar elecciones legislativas. Complejo panorama el que le espera al país vecino.

 

 

 

Editorial deEl Espectador

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