El infierno en el que vivimos
mayo 14, 2020 5:27 am


 Las redes sociales son como dardos envenenados que se clavan en el blanco del régimen. Por más que limiten la conexión y racionen la electricidad, la verdad siempre sale a la luz a través de estos canales.

 

 

Se lo deben haber dicho los jefes de otros regímenes a los que ellos han llamado amigos y hermanos desde que estaba vivo el comandante eterno. Deben saber que muchos tiranos han tratado de eliminar las redes sociales y las conexiones porque actúan como termitas que socavan las bases de cualquier sistema totalitario.

 

 

Cuba es el ejemplo máximo para los del régimen, porque los dictadores de la isla han tenido la suerte de tener la sartén por el mango desde antes de que surgieran y se hicieran populares Facebook, Instagram o Twitter. Pero no es el caso venezolano.

 

 

Por las redes sociales circula de todo. No hay posibilidad de esconder la verdad, al menos de forma definitiva. Y la verdad se evidencia en testimonios como el de una pobre mujer que dice que está harta, que no aguanta más.

 

 

Nadie inventó este personaje, es una venezolana que retrata el infierno que vivimos. Famélica, se le ve el hambre en la cara. No tiene pudor de grabar un video en el que aparece su hijo, muy pequeño, que sostiene un plato vacío.

 

 

 
Se queja, pero ni siquiera le salen las lágrimas. Se queja de la falta de agua, de que no tiene electricidad, de que no puede comprar comida para su familia. Es realidad, no es ficción.

 

 

Y sobre eso el régimen no tiene nada que decir. Es una situación que no es nueva, ya ni siquiera es noticia porque los venezolanos tienen muchos años publicando estos testimonios en las redes sociales.

 

 

Y para mal del régimen, son las cosas que circulan más allá de las fronteras. Más elocuentes que mil discursos, más convincentes que mil giras de políticos encorbatados. Son prueba fehaciente de que la emergencia humanitaria compleja que existe en el país no es producto de una pandemia ni de unas sanciones que supuestamente impiden adquirir o producir gasolina.

 

 

Por lo tanto, no hay metamensajes que puedan elaborar los vicepresidentes o cancilleres del régimen que logren desmontar el hecho de que en Venezuela el infierno se instaló mucho antes del covid-19.

 

 

Por eso la urgencia por salir de este régimen. Es la única vacuna que puede funcionar para que acabemos pronto con la peste chavista y con el coronavirus.

 

Editorial de El Nacional