El guiso de los médicos cubanos
noviembre 15, 2018 4:15 am

 

 

No había que dejar pasar mucho tiempo para que la situación de los médicos cubanos en Brasil hiciera crisis y llegara al rompimiento, luego de la elección que llevó a la presidencia de la república al candidato Jair Bolsonaro, ex oficial del Ejército y veterano diputado reelecto en varias ocasiones.

 

 

El programa de exportación de médicos desde Cuba, inventado por el propio Fidel Castro luego de darse cuenta de la sobreproducción de galenos en la isla, fue precedido siempre de una intensa campaña de propaganda para proyectarla internacionalmente como una misión romántica y humanitaria dirigida a prestar atención a los desheredados del planeta, es decir, aquellos países denominados, con cierto dejo de cinismo, subdesarrollados.

 

 

 

Pero siendo Cuba por sí misma una isla empobrecida y hambrienta, aunque bien educada y formada según el propio comandante Fidel, no podía cargar con esa misión tan peligrosa y, peor aún, costosa en grado sumo. De manera que bajo el manto de la ayuda humanitaria cubana iban escondidos intereses políticos y económicos. Los primeros ya lo hemos padecido y seguimos padeciendo en Venezuela con el errático régimen del heredero Maduro, luego de la muerte del galáctico comandante Chávez.

 

 

 

En cuanto a los intereses económicos y luego del fracaso continental de la revolución bolivariana, han salido a la luz muchísimas evidencias de alta precisión en las cuales queda patéticamente demostrado el gran negocio que se escondía detrás de la gran farsa de la ayuda de Cuba “para los países hermanos de América Latina”.

 

 

 

Poco a poco se ha ido reconstruyendo este macabro plan de enviar a jóvenes profesionales cubanos a practicar en el exterior su profesión de médico mediante contratos leoninos que ya quisieran los esclavistas de siglos atrás haber puesto en práctica.

 

 

Si bien es cierto que se les pagaba y se les paga en dólares (no en bolívares ni en petros) pero con una “pequeña diferencia” que consiste en que el profesional cubano no cobra sino una fracción reducida de su sueldo y, por supuesto, el resto va directo a los bolsillos de los mandamases del Partido Comunista cubano. Un negocio más que redondo.

 

 

Como lo señalan las informaciones de las agencias internacionales de noticias, estos servicios médicos “representan actualmente la principal fuente de ingresos de Cuba con unos 11.000 millones de dólares anuales”, superiores de lejos de los que produce el turismo internacional en la isla, con jineteras y jineteros incluidos.

 

 

Conocidas estas cifras no queda más que estallar de ira por la gran mentira que no solo los gobiernos de Brasil o Venezuela nos han hecho tragar, sino por el cinismo que exhibe Cuba proclamando su “ayuda humanitaria y desinteresada” hacia los sectores más pobres de la población.

 

 

Ahora el presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, les ha anunciado a los jefes cubanos que cesa el Programa Más Médicos y que además deberán cumplir con “la aplicación de un test de capacidad, el pago directo del salario integral a los profesionales cubanos –la mayor parte del cual se destina actualmente a la dictadura cubana– y a la libertad para que traigan a sus familias”. Desde luego que Cuba no aceptó. Ni pendejos que fueran.

 

Editorial de El Nacional