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El general confundido

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El general confundido

 

Si consideramos su enfática decisión no existen confusiones en su cabeza. Decidió por una facción y juró entregar la vida por ella. Juró por una bandería y decidió volverse polvo por sus valores, en caso de necesidad. ¿Cómo encontrar confusión en una conducta tan resuelta y, además, anunciada a los cuatro vientos?  Nos referimos al ministro de la Defensa, general Vladimir Padrino, y al apoyo que ha comunicado desde la tribuna a la causa de Nicolás Maduro.

 

 

Pues muy sencillo: pese a que, suponemos, se tomó la debida pausa para pensarlo, se equivocó de palmo a palmo cuando terminó de deshojar la margarita. Debemos recordar que no se trata del anuncio que puede hacer el vecino de la esquina ante la oferta de unos partidos políticos, ni ante el problema que le pueda significar al marchante el color del estandarte que va a llevar en la próxima manifestación callejera, ni de nada por el estilo. Él no es un ciudadano común, sino la cabeza de las fuerzas armadas. Él no puede escoger la indumentaria con la cual se debe presentar en público, porque está obligado a ponerse todos los días un uniforme verde oliva. La selección de sus preferencias, especialmente en los asuntos relacionados con el bien común, no admite una escogencia que lo ponga al servicio de una parcialidad como la que representa  la usurpación de Nicolás Maduro. Pero es lo que ha hecho, precisamente, sin siquiera pestañear.

 

 

Tenía la Constitución en un dorado atril frente al escritorio. Tenía también el recuerdo de que había jurado la salvaguarda de sus disposiciones en solemne ceremonia. En suma, tenía sobradas razones para anunciarse como custodio de la legalidad y como digno representante de la corporación encargada de la salvaguarda de sus principios y de sus normas, pero no dudó en salirse de cauce para confesar su olímpico apoyo a quienes se han dedicado a pisotearlos. No fue entonces un general confuso, sino todo lo contrario.

 

 

Pero a la vez lo fue, sin posibilidad de cavilación, porque no supo o no quiso distinguir entre las pautas mayores del republicanismo al cual se debe como profesional y del cual proviene la esencia de la institución armada. Se quiso presentar como garante de una institucionalidad de la que mana el fundamento de una sociabilidad de cuño republicano y de inspiración moderna, pero cree con fe de catecúmeno que tal institucionalidad se encuentra en el seno del PSUV y en la persona de Nicolás Maduro.

 

 

Chávez propuso y esparció la confusión cuando estimó como asuntos idénticos la salud de la colectividad y el imperio del partido rojo rojito, cuando estableció una ajustada sinonimia entre la redención social y la revolución bolivariana, cuando asimiló el patriotismo a un patético socialismo del siglo XXI y cuando puso a los uniformados a administrar el batiburrillo. De tanta repetición, de tanto machacar a toda hora, de tanto dinero dilapidado en su difusión, la analogía se hizo envolvente y fue, para muchos, verdad establecida. Especialmente para los fanáticos, para los incautos y para quienes se beneficiaban de ella. Suponemos que el general Padrino pertenece al primer tipo de estos especímenes, para concluir con un juicio benévolo sobre su conducta.

 

 

Editorial de El Nacional

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