El descaro oficialista
julio 17, 2018 4:44 am

 

En el transcurso de estos días del Mundial de Fútbol la actividad política se apaciguó, pero no lo suficiente como para evitar que, desde las radioemisoras y televisoras públicas, los dirigentes del oficialismo se dedicaran a insultar a los venezolanos que no comulgan con las desastrosas propuestas del PSUV. Y lo más vergonzoso es que lo hacen cometiendo lo que se conoce como peculado de uso porque, como bien saben los civiles y militares rojo rojitos, esos medios de comunicación son del Estado y no de los que están hoy indebidamente en el poder.

 

 

 

Claro está que les importa un comino lo que piensen los venezolanos decentes, pues en su mentalidad y comportamiento autoritario priva y privará siempre el hecho de sentirse superior por estar en el poder y tener de su lado a las fuerzas armadas, según se ufanan por todos los medios a su alcance. Lo cierto es que, contradictoriamente, algunos comunicadores sociales y miembros de ONG han escrito que el número de militares presos es inusual. Aunque lo cierto es que no existe al respecto una información oficial que respalde esos señalamientos.

 

 

 

Es tal el clima de incertidumbre que los familiares de los detenidos acuden a la Fiscalía y a los medios de comunicación para exigir que, al menos, se les diga en dónde y en qué condiciones se encuentran, que se les permita visitarlos y entregarles algunas medicinas, ropa y comida. Pero el silencio es total.

 

 

 

Nadie entiende cómo, si es cierto lo que afirma el señor Nicolás Maduro de que el país está en calma, los hospitales abastecidos de medicinas y las enfermeras, los médicos, los técnicos y demás empleados especializados reciben jugosos salarios y bonos extras a montón, este sector de los trabajadores de la salud está manifestando cada día en las calles.

 

 

 

Y llevan ya semanas sin descansar ni dar tregua al gobierno, al punto de que Maduro se ha visto en la obligación de pedir la renuncia al ministro de Salud. Las respuestas que les ha dado el gobierno no convencen a los gremios ni a los trabajadores en general y así, de torpeza en torpeza, la rebelión de los trabajadores de la salud se ha ido extendiendo peligrosamente por todo el país.

 

 

 

Para desesperación de aquellos que les encanta decir ante una cámara y un micrófono de la televisión del Estado que ellos van a hacer y deshacer lo que quieren y les viene en ganas, pero que no se atreven a ir al cine solos, ni siquiera con sus guardaespaldas, no está demás dejar caer la advertencia de que el pueblo, ese mismo pueblo que creían tener amarrado y bajo control, hoy se comporta de forma y manera muy diferente con respecto a aquellos días en que el galáctico los convocaba al Balcón del Pueblo.

 

 

 

Hoy los rebeldes no son unos pocos, tampoco unos mequetrefes disfrazados de guerrilleros, son obreros y sindicatos, con sus líderes chavistas a la cabeza pidiendo un cambio. Y no lo piden como una miserable limosna sino en voz alta, a todo pulmón, dando la cara ante las cámaras de los fotorreporteros y hablando ante los micrófonos con una lógica aplastante, esa lógica de aquel que se siente engañado, estafado y utilizado por unos demagogos. Hablan con el lenguaje del hambre y no precisamente de comida, sino de la justicia social que hoy se les niega.

 

 

Editorial de El Nacional