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El cinismo y el diálogo

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El cinismo y el diálogo

Nadie puede entender cómo todavía quedan algunos políticos testarudos que insisten en reanudar un diálogo con este gobierno que, de todas las formas y maneras, ha jugado sucio y con cartas marcadas cuando se les ha pedido que acudan a la mesa de negociaciones para definir una ruta real y provechosa para estabilizar la situación política, detener el hambre y la escasez y enrumbar el país en la medida de lo posible hacia una convivencia democrática.

 

 

 

Como tahúres bien entrenados, montan un casino y se aseguran de que siempre tendrán en sus manos el número ganador. No ha habido una sola reunión signada por la seriedad con estos tahúres rojitos ni la habrá, pues no está en sus planes “dialogar” o ceder en sus posiciones ni un milímetro. Para la cúpula oficialista lo único que está claro es que todo el tiempo que se le arranque a la oposición mediante la fuerza, o apelando a trucos y zancadillas disfrazados de diálogo, debe ser empleado en fortalecer sus posiciones en aquellas áreas donde todavía tienen la posibilidad de hacerlo.

 

 

 

No se preparan para el diálogo sino para resistir y sostener intactos, tanto como puedan, sus principales bastiones donde quieren provocar la batalla si el escenario les favorece. A menudo se olvida que este régimen es esencialmente militar, valga decir, que actúa y piensa siempre como si se tratara de una batalla.

 

 

 

Desde luego que en el show televisivo montado por Maduro y sus alfiles importados, tales como el mercenario Zapatero, aquella noche fatal, no fue obra de la improvisación. Insistir en “dialogar” en presencia de ese “facilitador a destajo”, que estuvo a punto de acabar económicamente con España, no es tropezar dos veces con la misma piedra sino con la misma caca.

 

 

 

El show del diálogo fue una clara demostración de que, del lado de la oposición, había no solo amateurismo, ingenuidad y también muchos infiltrados que proveyeron de información de calidad a Miraflores al punto de que Maduro nunca se sintió amenazado, sino más bien entre “amigos”.

 

 

 

Claro que cualquier espectador zahorí supo de inmediato que si alguien estaba haciendo el ridículo no era precisamente el gobierno. Y si bien ese simple fragmento de la telenovela del diálogo no da para explicarlo todo, sí era una buena señal de lo que vendría después: una furiosa batalla interna en la MUD que la desangraría hasta dejarla en el puro pellejo. Es lo que tenemos ahora, y revivir pellejos es oficio en desuso.

 

 

 

Hoy vuelve el señor Maduro a proponer un diálogo “entre religiones” y con los medios de comunicación. Lo de religiones da risa por lo burdo y lo disparatado, muy propio de un hombre desesperado que nota, día a día, que ya no le es útil a nadie, ni a Cuba ni a las FARC, y menos a su partido.

 

 

 

Hasta sus compinches han salido a publicar costosos remitidos en la prensa internacional para demostrar que son inocentes, olvidando que los medios informan y no juzgan ni condenan. Contradicen la ley no escrita según la cual quien publica un remitido de tales proporciones está, de paso, reconociendo su participación en el hecho y, por ende, su cuota de responsabilidad, grande o pequeña. Lo mismo da.

 

 

 

El Nacional

 

Por Confirmado: Francys García

 

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