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El chef Dino: “El hambre no da buenos consejos a nadie”

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El chef Dino: “El hambre no da buenos consejos a nadie”

Martino D’Avanzo ha vivido 62 de sus 79 años de edad en Venezuela, país al que migró desde Italia luego de la Segunda Guerra Mundial. Muchos aún lo recuerdan por el programa Desde mi cocina, en el que hizo gala de su humor.

 

 

 

 

 

Martino D’Avanzo pasa inadvertido en la recepción de su restaurante. Pero se coloca el gorro de cocinero y la cosa cambia: ahora sí es Dino. “Cualquiera que se ponga esto puede ser yo. ¿Quieres intentarlo?”, pregunta el chef a la fotógrafa, que entre risas intenta retratarlo en el área de la pizzería.

 

 

 
A su lado no hay un instante de seriedad. “Los periodistas son muy chismosos”, dice mitad en serio mitad en broma frente a quienes estaban esa tarde en el local. Nadie niega su afirmación. Un cliente se para de la mesa para saludarlo. “Señor Dino, ¿podemos tomarnos una foto?”, le pregunta. “Pero te cobro 10.000 bolívares por cada una”, le contesta.

 

 

 

 
Aún conserva ese particular sentido del humor con el que se dio a conocer en el programa Desde mi cocina, que estuvo al aire en Televen hasta 2002. Luego de un tiempo alejado de los medios, dedicado a su finca y sus empresas, el popular chef regresa con una página web, una obra de teatro y un programa en Globovisión, La alegre cocina de Dino.

 

 

 

 
Sushi a la italiana, la arepa cuadrada y la carne mechada de concha de plátano son parte de las innumerables recetas que ha compartido en su carrera televisiva. “Nos adaptamos a los nuevos tiempos. Para los programas usamos ingredientes económicos y que se consiguen. Yo no estoy loco. No le voy a decir a la gente: Vamos a preparar una langosta americana”.

 

 

 

 
El acento italiano salpica sus respuestas cargadas de venezolanismos. De sus casi 80 años, Dino lleva 62 en Venezuela. Nació el 12 de septiembre de 1937 en un pequeño pueblo del sur de Italia llamado Acquaviva Delle Fonti, en la provincia de Bari. “Yo soy como un carro viejo de 1930. Me han reparado el tubo de escape, la palanca de cambios, los faroles, el carburador, pero todo funciona ¡No joda! Yo siento que tengo 45 años”, expresa y da un golpe a la mesa en la que transcurre la entrevista.

 

 

 

 
Cocina, canta, baila, echa chistes e improvisa delante y fuera de las cámaras. También da consejos de salud, apoyado en los conocimientos que obtuvo de su inconclusa carrera de Medicina, la cual tuvo que dejar luego de la Segunda Guerra Mundial.

 

 

 

 
Le faltaban dos semestres para graduarse, pero su papá solo podía pagar los estudios del hijo mayor. Dino se replanteó el menú con otras opciones. Quiso ser actor de cine, pero una amiga de su familia convenció a sus padres de que no era adecuado. “Quería que yo me casara con su hija y pensaba que la vida de estrella no lo permitiría”. También pensó en ser piloto, pero unos aviones se estrellaron sobre los viñedos de su abuelo y eso, cuenta, lo traumatizó. En medio de su malestar por no ver sus objetivos realizados, llegó a Maracaibo en 1955 y empezó a vender las estatuas de yeso que fabricaba el tío que lo recibió. Su plan era reunir el dinero suficiente para regresar a Italia y continuar sus estudios de Medicina, pero cambió el quirófano por la cocina.

 

 

 

 
“Estuve trabajando como mesonero en el Hotel Rex de Ciudad Ojeda. Un día, el chef se fracturó un brazo. Los dueños del lugar no sabían qué hacer. Yo me puse a la orden, les conté que aprendí a cocinar cuando era niño en la hostería de mi tío en Italia. Aceptaron de mala gana”.

 

 

 

 
El experimento valió la pena. 880 bolívares obtuvo Dino como propina aquel 15 de mayo de 1955 en el que, sin querer, inició su carrera como chef. El lugar se abarrotó de clientes que querían conocer al carismático cocinero que incursionó en la radio en 1960 y luego en televisión, cuando Cecilia Martínez lo invitó a su programa en VTV.

 

 

 

 
Dino era un imán para la publicidad, hasta 17 anunciantes tenía en Música y chistes, show de Televen en el que tenía una sección de 15 minutos, luego de una hora, hasta que en los años noventa tuvo su propio espacio, Desde mi cocina.

 

 

 

 
Un país a fuego alto. A Dino le cambia la cara cuando habla de la crisis en Venezuela. A pesar de las dificultades que ha tenido que sortear como empresario y ciudadano, se niega a volver a su tierra natal. “Mis padres y mi hermano ya murieron. ¿Qué voy a hacer yo en Italia? Yo soy más venezolano que tú. Yo amo tanto o más que cualquier venezolano a este país, el más bello del planeta Tierra. Pero lo volvieron un caos”.

 

 

 

 
Debido a la inestabilidad de la economía nacional, el chef tuvo que cerrar la corporación Il Figlio, que fundó junto con su hijo. “También tuve que renunciar a la dirección general de los restaurantes Da Dino. Las leyes del gobierno no facilitan nada”.

 

 

 

 
Compara los momentos difíciles que vivió en Italia con la situación actual y es tajante al dar su opinión: “La guerra fue una época color de rosa. Esta es la época infernal que están viviendo 30 millones de venezolanos. Al menos en una guerra sabías por qué estabas mal. Pero en Venezuela, ¿por qué tenemos que padecer cuando se están robando lo que le toca al pueblo?”.

 

 

 

 
No ve una salida clara. “El hambre no da buenos consejos a nadie. ¿Por qué crees que hay tanto malandro en Venezuela? ¡Por la desesperación! El hambre es muy fea”.

 

 

 

 
Dino recupera la serenidad y se levanta de la mesa. “Ya mi hijo está dando muchas vueltas”, dice. Se despide como siempre: “Recuerden que no los quiero, los adoro”.

 

 

 

 

 

El Nacional

Por Confirmado: María González

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