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El ángel de la Navidad

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El ángel de la Navidad


 
 
 Tan patriota, tan venezolano, trajeado con ropa deportiva de una marca internacional muy conocida. Tan responsables, los dos con sus tapabocas, ellos salen a pasear en la noche por las calles de “Caracas en cuarentena” para disfrutar de las luces navideñas. ¡Qué bonito!

 

 

Con satisfacción, como si estuvieran haciendo un buen trabajo, la parejita agarrada de manos pasa por debajo de una decoración de luces en forma de ángel. “Llegó el ángel de la Navidad”, dice el jefe del régimen en un video que circula por las redes sociales.

 

 

“Esto está quedando como un regalo para todos los caraqueños, para que se disfrute de luces y se pueda disfrutar de esta Navidad”, dice la señora, segura de que en su casa, en Miraflores, no se va el agua ni la luz y tiene la nevera llena hasta el tope.

 

 

“Navidades seguras. Olas de cambio en América Latina, todo va a cambiar”, dice el mandante, seguramente inspirado en el regreso de Evo a Bolivia. Todo cambia menos el régimen, que sigue exprimiendo a los venezolanos.

 

 

Para esta pareja disfrutar los últimos días del año no es nada del otro mundo. Llevan años sin pasarla mal. Ya deben tener los perniles, las cajas de whisky y champaña, los panetones y las hallacas y el ponche crema. Ya deben estar decorando el arbolito natural y comprando regalos para todos los miembros de la familia.

 

 

Además de un grupito de militares encumbrados y escondidos en el Fuerte Tiuna y la cúpula rojita, nadie más en este país podrá disfrutar esta época del año. Y se necesita ser demasiado cínico, casi rayando en la sociopatía, para afirmar que unas cuantas lucecitas en el paseo Los Próceres va a hacer olvidar la tragedia diaria que viven los venezolanos.

 

 

Más bien el ciudadano común lo que siente es una inmensa rabia. “¿Cómo es que hay electricidad para unos muñequitos en Caracas y para nosotros no?”, se pregunta la mayoría. Basta que le suelte la mano a la primera combatiente y vea lo que sucede a su alrededor.

 

 

Aunque es difícil de creer que no lo sabe, porque todos los días hay protestas en cada ciudad y en cada pueblo y alguien se lo debe decir. Nada más en octubre, de acuerdo con datos del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, se registraron en el país 1.484 manifestaciones, un promedio de 49 diarias. Una cifra imposible de ignorar.

 

 

Entonces, basta de reírse en la cara del pueblo, que ve cómo unos pocos son los que tienen gasolina para pasear, electricidad para prender el arbolito y gas para cocinar las hallacas. ¿Navidades felices? No, señor. ¡No hay país para celebrar!

 

Editorial de El Nacional

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