A César Márquez no se lo contaron. Lo vivió este lunes cuando, para socorrer a un sobrino, se ofreció a ayudarlo en una empresa que en la Venezuela de hoy es una épica: comprar una batería.

Todo empezó en Barrancas del Orinoco, Monagas, donde se accidentó el carro del sobrino de Márquez. Ocurrió durante la mañana y, como es lógico, se trasladó hasta Puerto Ordaz, con la batería gastada entre manos, para adquirir una nueva.

“Nos fuimos para la Duncan de Paseo Caroní, y cuando llegamos hasta allá nos dijeron que tenía que traer el carro remolcado porque, si no, no la vendían”, narró.

Y, en efecto: por más que explicó, negoció y, luego, se alteró, los trabajadores del local se negaron a venderle la batería. Por ello, tuvieron que recurrir a otra estrategia.

“Nos fuimos para otro local en el que no nos pedían la batería, pero nos cobraron mil bolívares más. Allá, en la Duncan, nos costaba mil 900, pero en el otro lugar nos salió en ese precio, y todo porque teníamos que traer el carro remolcado, aunque fuese desde Barrancas”. Otro relato del día a día venezolano en pleno siglo XXI.

Correo del Caroní