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Combatir el suicidio desde la comprensión de 280 caracteres

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Combatir el suicidio desde la comprensión de 280 caracteres

Twitter y conversación van siempre de la mano. La popular red de micromensajes es un patio de vecinos que, con sus virtudes y defectos, forma parte de la vida de muchas personas. Con su actitud pasiva para reducir el ciberacoso y los discursos de odio, la multinacional americana se ha dado contra un muro. Sin embargo, aspira a sanear los mensajes con algunas de sus decisiones. Asumiendo parte de su responsabilidad, su fundador Jack Dorsey ha anunciado recientemente un cambio en sus políticas de uso para prevenir el suicidio y las autolesiones.

 

 

 

Una decisión que viene después del asesinato de nueves personas en Japón que advirtieron su intención de autolesionarse a través de sus perfiles. Un japonés de 27 años llamado Takahiro Shiraishi fue detenido el mes pasado después de asesinar a nueve personas que expresaron su intención de suicidarse en sus perfiles. Localizando a sus víctimas desde el buscador de Twitter, Shiraishi captaba a estos «tuiteros» para posteriormente descuartizarlas en su casa, todas ellas mujeres, algunas de ellas muy jóvenes. Truculento y tremendamente violento. Entre las víctimas se encontraban Kureha Ishihara, una estudiante de 15 años y otras dos de 17 años, Natsumi Kubo y Akari Suda, informó la agencia Kyodo.

 

 

 

La policía encontró los restos humanos dentro de cajas y neveras portátiles en la vivienda de Shiraishi mientras investigaba la desaparición de una mujer de 23 años de Tokio, cuyo cadáver estaba entre los restos hallados. Las redes sociales, y sobre todo su transparencia, fueron su perdición. La joven Aiko Tamura, por ejemplo, había publicado a finales de septiembre un mensaje en Twitter en el que decía buscar a alguien con quien quitarse la vida. El sospechoso aprovechó la ocasión. Contestó al mensaje con un «Muramos juntos», según medios locales.

 

 

 

Con la sociedad conmocionada, Japón ha tenido que reaccionar, máxime a que se trata del país con uno de los índices de suicidio más altos del G7. Para ello, implementará un mayor control sobre las redes sociales donde los usuarios «hablen» del suicidio tras este sonado suceso. El objetivo es colaborar con los operadores de internet con el fin restringir el acceso a las páginas problemáticas. Este escaparate de 280 caracteres es, para muchos usuarios, una válvula de escape, un muro de lamentaciones. Un espacio para el desasosiego. Casi de intimidad. Pero en ocasiones la frustración y las tendencias suicidas se plasman en forma de mensajes, casi de auxilio. Una situación que se repite en este tipo de redes sociales como en Facebook, la mayor plataforma social, en la que incluso se han detectado casos de emisión en directo de suicidios.

 

 

 

Twitter quiere poner su granito de arena. Para ello, ha introducido un cambio en sus políticas de uso que permitirá que en el momento en el se reciba una denuncia de un usuario que amenaza con quitarse la vida o infligirse daños la compañía activará un nuevo protoloco de actuación: se comunicará con la persona y tratará de ofrecerle información al respecto o información de contacto de expertos en temas de salud mental.

 

 

 

 

Los expertos creen que la rapidez de actuación por parte de las firmas tecnológicas es clave a la hora de mitigar los problemas. «Lo importante en estos casos es tanto qué se va a hacer concretamente, y la importancia en la rapidez de las decisiones. Muchas veces el riesgo aparece repentinamente, y los usuarios lo notifican a la plataforma, pero no se cuenta con suficiente tiempo para llevar a cabo depende qué medidas», apunta en declaraciones a este diario Sergio Carrasco, abogado experto en derecho digital de Fase Consulting.

 

 

 

A su juicio, estas actitudes por parte de las redes sociales es algo positivo. «Muchos de estos casos pueden beneficiarse de una mediación, o de una comunicación que permita redirigir el conflicto y tensión hacia otro lado», sostiene Carrasco, al tiempo que considera que incluso es «posible que el usuario se tome más en serio a un representante de la propia plataforma que a un usuario anónimo, aunque cada caso es un mundo». Este año, la actuación de un agente de la guardia civil evitó el suicidio de una adolescente que sufría «bullying». Raúl Narváez entabló una conversación por mensajes privados con la joven y consiguió ganarse su confianza hasta tranquilizarla.

 

 

 

Los expertos en salud mental y psicología advierten, sin embargo, de que las medidas propuestas por las redes sociales en materia de prevención de autolesiones son «parches» para un problema de gran magnitud. Según Javier Jiménez, psicólogo clínico de la Asociación Redaipis, el trabajo de detección de potenciales víctimas no es eficiente porque no existe una «verdadera criba», ya que se utilizan de manera recurrente términos como «suicidio» de manera gratuita y se desconoce en realidad si ante casos reales a qué expertos les van a derivar las compañías tecnológicas.

 

 

 

«Dicen que van a derivar a expertos. Cuando eso -un posible caso de autolesión- ocurra en España, ¿a quién van a derivar? ¿A qué profesionales? Si en muchos sitios para que te den cita en salud mental te dan meses», lamenta. Jiménez reclama, además, que para atajar de verdad el problema de usuarios que anuncian que se van a suicidar las firmas tecnológicas deberían invertir en la contratación de psicólogos y traductores simultáneos y expertos en salud mental capaces de comunicarse directamente con una persona cuando se detecte esta conducta o, por el contrario, ofrecer un espacio a las asociaciones que existen por ejemplo en España para que «de verdad se puedan atender estos casos».

 

 

 

 

ABC

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