No nos hemos podido poner de acuerdo en el número de veces que la vida se ha extinguido masivamente. Se encuentran referencias de 5, 6, 7 y hasta 8 megaextinciones. Como hay consenso en que han sido por lo menos 5, ¿vamos a suponer que la próxima sería la sexta ya está en curso?

Una extinción masiva usualmente no es cosa de un día para otro y puede tomarse varios millones de años. Mientras comemos, bailamos o navegamos por internet, quizá nos estemos extinguiendo sin darnos cuenta. O al menos haciendo el trabajo pionero.

 
¿Y qué es una extinción masiva?
Se habla de una extinción masiva cuando desaparece, sin posibilidad de haber más descendencia, una cantidad muy elevada de las especies en el planeta (más de un 50 %) en un periodo de tiempo de entre uno y 3 millones de años, cuando no se debe a un hecho catastrófico puntual. Las primeras 4 extinciones masivas ocurrieron aproximadamente en un rango de tiempo de entre 450 y 250 años atrás y se materializaron en periodos de tiempo del orden de entre uno y 3 millones de años.

Las posibles causas de las cuatro primeras extinciones masivas son algo imprecisas. En esos tiempos, la vida tenía lugar principalmente en los mares. La primera extinción habría ocurrido por la subida del nivel del mar por un derretimiento de los glaciares producto de la actividad geológica del planeta en formación.

La segunda, por el contrario, habría ocurrido por una intensa glaciación y la tercera y la cuarta por una continua actividad volcánica. La que parece estar más clara es la quinta, verificada hace 65 millones de años, la única que se ha producido casi instantáneamente (un mes), cuando un enorme meteorito golpeó la Tierra, acabando con los dinosaurios y con muchas otras especies.

El planeta logró hacerse tranquilo y se está volviendo a intranquilizar

Después de estas 5 extinciones, el planeta logró estabilizarse y ninguno de los acontecimientos catastróficos ocurrido en los últimos 65 millones de años da para elevarlo a la categoría de extinción, aunque han desaparecido progresivamente miles de especies. Pero el siglo XX trajo un quiebre en la vida de la Tierra, que nos ha metido en una tendencia negativa que hace presumir que estemos dando los primeros pasos para entrar por la puerta que conduciría a la sexta extinción masiva.

La Tierra se calentó casi un grado centígrado durante el último siglo, por la contaminación y la destrucción de la capa de ozono derivadas principalmente de la intensiva industrialización y del uso masivo de combustibles fósiles. De seguir la tendencia actual, la temperatura promedio de la Tierra podría aumentar en varios grados en los próximos cien años, con consecuencias impredecibles para la biodiversidad, las cuales ya hemos empezado a sufrir.

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En el umbral de la extinción

La población mundial no para de crecer, lo que demanda mayor producción alimenticia e industrial, más gasolina y más calefacción. Los ecosistemas que nos dan el sustento se deterioran, el área de bosques disminuye. Los mares suben de nivel por el derretimiento de los hielos polares y burbujean más dióxido de carbono.

Al haber un menor espejo de hielo que refleje los rayos del sol, la tierra absorbe más calor y los mares y la misma tierra siguen calentándose. Todo un mega círculo vicioso que no para de crecer. Si el planeta aumenta su temperatura en dos grados en los próximos cien años, la proyección para un milenio estaría por encima de los 10 grados, porque estos sistemas no son lineales y se retroalimentan exponencialmente.

¿Cuántas especies desaparecerían con 10 grados más de temperatura? En estos momentos, ya se están produciendo migraciones de especies hacia los mares menos calientes, pero ¿qué ocurrirá cuando ya no queden mares relativamente frescos a los que mudarse?

Y las poblaciones humanas del trópico ¿se quedarán resignadamente en sus sitios a sufrir un calor infernal o irán aún más hacia el norte? Llevando la proyección al extremo ¿cuántos milenios se necesitarían para que toda el agua de la Tierra se evapore? Mucho menos que los 10 mil años que en principio podrían indicar una estimación lineal, que como ya vimos es incorrecta.

Cuando hablamos de cosas catastróficas que podrían ocurrir dentro de cientos o miles de años, tendemos a relajarnos, pero las acciones para evitar el cataclismo no admiten actitudes contemplativas, como si no fuera con nosotros. Hay que actuar desde ya para que algún improbable sobreviviente no nos recuerde como los impasibles desencadenantes de la sexta extinción masiva.

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