Aumenta la tensión en París: disturbios y lacrimógenos en protesta de los “chalecos amarillos”
diciembre 8, 2018 9:42 am

Escaramuzas entre manifestantes y policías estallaron este sábado durante protestas de los “chalecos amarillos” en París y varias carreteras estaban bloqueadas en provincias en una nueva jornada de movilización nacional contra la política del gobierno de Emmanuel Macron.

 

 

 

 

Por la mañana la policía usó gases lacrimógenos para hacer retroceder a manifestantes en una calle adyacente a los Campos Elíseos, cerca del Arco del Triunfo, epicentro de los disturbios del fin de semana pasado. Algunos manifestantes replicaron lanzando proyectiles y petardos.

 

 

 

 

 

Alrededor de 1.500 personas se manifestaban en la célebre avenida parisina, según la prefectura de París, en donde casi todos los comercios están cerrados y sus entradas protegidas con tablas de madera para prevenir saqueos.

 

 

 

 

Hasta el momento, 481 personas han sido detenidas en París y 211 están bajo detención preventiva, anunció el primer ministro Edouard Philippe. Una cifra superior al total de detenciones en la capital el sábado pasado.

 

 

 

 

 

En toda Francia se han desplegado medidas de seguridad excepcionales, sobre todo en París, donde las escenas de guerrilla urbana del pasado sábado impactaron al país y al mundo. Cerca de 90.000 policías están movilizados en todo el territorio. Además, por primera vez en más de una década, se veían en la capital vehículos blindados de la gendarmería.

 

 

 

 

Todo el oeste de París, donde se encuentra el Palacio del Elíseo (sede de la presidencia) y la mayoría de ministerios, estaba cubierto de azul, el color de los furgones de la policía. Las patrullas bloqueaban el acceso a las principales plazas de la capital, incluida la de la Concordia, uno de los extremos de la avenida de los Campos Elíseos que va hasta el Arco del Triunfo.

 

 

 

 

 

La Torre Eiffel, el museo del Louvre y las tiendas del barrio de la Opera mantendrán sus puertas cerradas.

 

 

 

 

 

Denis, de 30 años, vino a París desde Caen (noroeste). “¡El objetivo es ir al Elíseo!, dice a la AFP. “Hago esto por el futuro de mi hijo, no puedo permitir que viva en un país en el que otros se enriquecen a nuestra costa”.

 

 

 

A pocas calles del Palacio del Elíseo, en plaza de la Madeleine, se encontraban John y Dorian, de 31 y 29 años respectivamente. Unos gendarmes controlaron su identidad.

 

 

 

 

“¡Es la segunda vez! En la estación de metro ya nos quitaron todo, las gafas de piscina, bufandas, espinilleras…”, cuenta Dorian, procedente de un suburbio parisino. “Estamos aquí para que nos escuchen, pacíficamente”.

 

 

 

 

Muchos de los “chalecos amarillos” se manifiestan sin violencia. Hace una semana, los más radicalizados y sobre todo miembros de grupos de extrema derecha y extrema izquierda irrumpieron en las protestas y se enfrentaron a la policía.

 

 

 

 

 

Carreteras bloqueadas

 

 

 

 

Los manifestantes bloqueaban varias carreteras del país. La autopista que conecta París con Burdeos (suroeste) estaba totalmente paralizada después de que un centenar de personas prendieran fuego a palés de madera y a neumáticos.

 

 

 

 

 

En la frontera franco-española, los “chalecos amarillos” montaron una barricada selectiva que bloqueaba el paso de los camiones procedentes de España, informó la prefectura de los Pirineos Atlánticos.

 

 

 

 

En Marsella, 2.000 “chalecos amarillos” desfilaban por el centro de esta ciudad del sureste de Francia. “Es la primera vez que me manifiesto. Recibo 1.248 euros de jubilación y son mis cuatro hijos los que me tienen que ayudar“, señala Sylvia Paloma, de 70 años.

 

 

 

 

En algunas regiones de Francia, las autoridades prohibieron las manifestaciones, así como la venta y transporte de gasolina, los artificios pirotécnicos y productos inflamables o químicos.

 

 

 

 

Esta ola de manifestaciones comenzó el 17 de noviembre en oposición a un aumento de los impuestos a los combustibles, pero en las últimas semanas se ha convertido en una protesta generalizada contra la política económica y social del gobierno.

 

 

 

 

Los estudiantes bloqueron centros y participaron en manifestaciones, algunas de ellas empañadas por enfrentamientos con la policía.

 

 

 

 

Macron cedió esta semana a algunas de las demandas de los manifestantes. Anuló el alza del gravamen a los combustibles, que formaba parte de un plan para combatir el cambio climático, y congeló los precios del gas y la electricidad durante los próximos meses.

 

 

 

 

Estas medidas no han sido suficientes para apagar la cólera de un movimiento sin estructura ni dirigentes, que expresa el hartazgo de la clase media por la pérdida de poder adquisitivo.

 

 

 

 

“Que quede claro que no vamos a desistir”, afirma Tony Vella, un albañil de 32 años de un suburbio de París. Cuenta que la policía lo detuvo durante dos horas al llegar a la capital, antes de ser liberado. “Tenía una máscara antigás y un porro (…) Me ataron las muñecas detrás de la nuca”.

 

 

 

La fiscalía de París abrió una investigación después de que se filtrara parte del plan de seguridad para hacer frente a las protestas.

 

 

 

 

Macron, cuya popularidad se ha derrumbado, se mantiene en silencio, en medio de la peor crisis de su presidencia. Está previsto que hable la próxima semana.

 

 

 

 

La crispación en el país es extrema. Muchos ciudadanos están descontentos con Macron, al que acusan de ser el presidente de los ricos, y desconfían de los políticos por considerar que están desconectados de la realidad.

 

 

 

 

En este contexto, varios colaborados de Macron recibieron amenazas de muerte. El diputado Benoit Potterie afirma haber recibido una bala por correo.

 

 

 

 

AFP/Sumarium