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Antiimperialismo de pacotilla

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Antiimperialismo de pacotilla

 

 

Hemos hallado en Internet la siguiente definición de “disonancia cognitiva”. Se refiere a “la tensión, malestar o incomodidad que percibimos cuando mantenemos dos ideas contradictorias o incompatibles, o cuando nuestras creencias no están en armonía con nuestra conducta, con lo que hacemos”. En este sentido, parece obvio que los jerarcas del régimen que tiraniza a nuestro país no padecen de tal trastorno mental y anímico. Por el contrario, son capaces, a la vez y sin inmutarse, de proclamarse antiimperialistas y de referirse a Raúl Castro como “nuestro hermano mayor y protector”, de admitir que hay alrededor de 25.000 agentes cubanos en Venezuela, y de convertir en miembro del Consejo de Ministros al embajador de Cuba. De veras que los dirigentes chavistas están más allá del alcance del psicoanálisis, pues son inmunes a la autocrítica.

 

 

Veamos: cuando era un instrumento del imperialismo soviético, es decir, un arma de conquista imperial, la Cuba castrista intervino militarmente con tropas y armas, entre otros lugares, en Angola, Mozambique, Guinea-Bissau, Etiopía, El Congo, Argelia, Siria, Somalia, República Dominicana, Venezuela, Panamá, Chile, Granada y Nicaragua. Esto que sepamos, pero la lista es posiblemente más larga. Después del fin de la guerra fría, la intervención militar cubana se ha focalizado en Venezuela, el gran premio que con tanto afán buscó Fidel Castro durante su larga existencia.

 

 

Sin embargo, a los dirigentes chavistas todo ello les resulta perfectamente aceptable. No es tan solo que el imperialismo, si es cubano, les parece compatible con sus desplantes antiimperialistas, sino que de hecho consideran positiva la infiltración cubana en nuestro país, el control efectivo que la Cuba castrista ejerce sobre nuestro gobierno y sus sistemas de seguridad interna y organización militar, y su implantación sobre el resto de las estructuras de nuestro Estado en el plano interno y en su diplomacia. Todo esto es digerido mansa y felizmente por nuestros héroes y heroínas revolucionarias. Para estas personas el antiimperialismo es unidimensional y homogéneo y solo puede estar referido a Estados Unidos.

 

 

Semejante actitud es, desde luego, dogmática, el producto de una ideología impermeable a la realidad. Pero por desgracia sus consecuencias se han mostrado terribles para nuestro país. Y cabe preguntarse: ¿cuáles eran los vínculos de muy importantes dirigentes chavistas con la Cuba castrista, antes de la llegada al poder por parte de Hugo Chávez en 1998? ¿Cuáles son los contenidos y alcance efectivos de los múltiples acuerdos y convenios, muchos de ellos secretos, entre el gobierno venezolano y Cuba? ¿En qué consisten y qué implican los lazos ahora existentes entre las más poderosas figuras del régimen venezolano, y el poder extranjero que se ocupa de doblegarnos y depredar impunemente nuestros recursos, convirtiéndonos así en neocolonia?

 

 

Algún día, quizás más temprano que tarde, estas interrogantes encontrarán respuestas, que se harán públicas. La magnitud del proceso depredador y la infamia de los que lo han facilitado serán expuestas en toda su deleznable realidad. Entretanto, es un deber denunciar la impostura, el engaño, la patraña del antiimperialismo de pacotilla del que hacen gala, sin pudor alguno, quienes por ahora someten al país.

 

Editorial de El Nacional

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