Alejandro Toledo, el fugitivo
febrero 12, 2017 1:18 am

 

 
En un editorial titulado “Un punto de luz”, el prestigioso diario peruano El Comercio, analiza el nuevo escándalo que salpica a los presidentes y expresidentes latinoamericanos a raíz de la red de corrupción que surgió en Brasil y que involucra a la gran petrolera Petrobras, así como también a otras instancias públicas y administrativa del gobierno presidido por el izquierdista Lula Da Silva, quien de paso se ufanaba de su amistad con el dictador cubano Fidel Castro Ruz, así como también con el comandante Hugo Chávez Frías.

 

 

 

Ya en oportunidades anteriores nos habíamos referido a la manera en que estos predicadores del populismo y defensores de la “justicia social” que mantenía  a millones de personas en la mayor de las pobrezas mientras un grupo de burgueses acumulaban cada día más y más riquezas.

 

 

 

 

Pero la lengua es castigo del cuerpo y bien que lo es porque del señor Lula, objeto hoy de un gran investigación judicial que lo llevará a la cárcel y echará por tierra todo ese prestigio mal habido que lo endiosó ante la ingenuidad del pueblo, a la vez que lo hizo el cómplice ideal para esta nueva generación de mandatarios cuya única ideología conocida hasta ahora es la de robar lo más que puedas mientras finges trabajar para mejorar a los sectores más desfavorecidos. En eso acabó la fama de revolucionario de Lula, de Dilma y de Dirceu, mano derecha del viejito paladín de los pobre.

 

 

 

Los tres, por nombrar apenas los más conocidos en Venezuela, se comportaban como los grandes jefes de este movimiento político que cambiaría la suerte de las grandes masas. Pero bastó con que llegaran al poder para que sus “valores” cambiarán y tomaran rumbo hacia sus bolsillos.

 

 

 

Lo peor es que se convirtieron desvergonzadamente en los mismos bandidos y corruptos que ellos habían usado como señuelo para llegar al poder. El caso de Alejandro Toledo en Perú, expresidente que usó la excusa de barrer con la basura que dejó Fujimori al caer en desgracia, hoy es un fugitivo más de la justicia de su país, que por si fuera poco ha ofrecido un recompensa en dólares para quien ayude a capturarlo donde quiera que esté escondido.

 

 

 

A Alejandro Toledo lo acusan de recibir 20 millones de dólares de la constructora Odebrecht por favorecerla con la construcción de una carretera. Según el editorial de El Comercio, que citamos aquí, “la orden de prisión preventiva dictada contra el ex presidente Alejandro Toledo y los presuntos delitos que la motivan podrían parecer una mala noticia para el prestigio del orden institucional en el país. No solo porque estamos ante un segundo jefe de Estado que podría haber sucumbido a trasiegos inmorales durante su mandato para beneficiarse personalmente, sino por lo que ese gobernante en concreto representó para muchos en la lucha contra la corrupción y el autoritarismo del fujimorato, a principios de este siglo”.

 

 

 

“Toledo, en efecto, fue la opción electoral a la que un importante sector de la ciudadanía recurrió en las elecciones del 2000, por turbias que fuesen, para tratar de impedir que el abusivo poder de Fujimori y Montesinos se extendiera por cinco años más”.

 

 

 

Editorial de El Nacional