Estados Unidos estrena hoy presidente, producto de unas elecciones acontecidas como ninguna otra de su historia. La diferencia estuvo en los candidatos, pero también en todos los hechos que ocurrieron durante el mandato de Donald Trump y que pusieron a flor de piel las grandes contradicciones de esta sociedad.
Joe Biden tiene delante de sí una tarea inmensa que seguramente declarará como su prioridad y es la de unificar a su país, porque si deja que las fracturas sigan abiertas por mucho tiempo, más difícil será cerrarlas. Por eso es que, una vez más, Latinoamérica debe entender que, como presidente, se dedicará a arreglar el interior de la casa antes que el consabido patio trasero.
Pero eso hace años que ha sido así y por más que los gobiernos de los países latinos se quejen de que no reciben la atención que creen merecer del gigante estadounidense, hay que aplaudirles a los mandatarios de ese país que pongan los intereses de su gente antes que los de los demás. Así deberían hacer todos.
Sin embargo, los venezolanos esperan de Biden más que gestos, como la invitación que le extendió al embajador Carlos Vecchio, en representación del presidente interino, Juan Guaidó. Esta acción es un claro mensaje de hacia dónde está dispuesto a voltear una vez que pueda ocuparse de otros asuntos.
También lo dejó claro durante su campaña. “Es un dictador, simple y llanamente”, dijo sobre Nicolás Maduro. “Solo un tirano evita el envío de comida y medicina a la gente que dice liderar. La comunidad internacional tiene que apoyar a Juan Guaidó y la Asamblea Nacional. Es tiempo de que Maduro deje el poder y permita una transición democrática. La gente de Venezuela merece algo mejor”.
Es de esperarse que la estrategia sea diferente, quizás menos confrontacional o pública. El Partido Demócrata tiene una manera bastante particular de tratar asuntos como el caso de Cuba y ahora Venezuela. Sin embargo, hay que agradecerle el que se haya tomado el tiempo para formarse una opinión sobre el jefe del régimen que retrata tan claramente lo que sufren los venezolanos.
Aunque los rojitos esperan diálogo abierto con el nuevo gobierno estadounidense, lo más probable es que esas conversaciones tengan como finalidad hallar una salida democrática a la tragedia del país, que indudablemente afecta a todo el continente.
No hay que olvidar cuáles son los amigos del régimen, pues han trabajado arduamente para darle cabida en Venezuela a países señalados como facilitadores del terrorismo. Y con eso sí es verdad que Estados Unidos no juega ni tolera.
Editorial de El Nacional
